Por: Joel Chirinos
En un extenso valle ubicado al occidente del estado Falcón, en el mismo
lugar donde predominó la tribu Ajagua antes de la llegada de los españoles, se
encuentra Pedregal; donde la siembra de zábila, la ganadería caprina y el
comercio son el sustento económico de sus pobladores.
Cuenta el músico José González, que su fundación data de 1570, cuando estos
indios agricultores y pescadores, se asentaron en la zona cerca de los márgenes
del río, porque consideraban que “donde hay agua hay vida”. Primeramente se
llamó “Autaquire”, luego “Pueblo Viejo” y en la actualidad “Pedregal”. Su
nombre se debe a las piedras ubicadas en el afluente.
Este pueblo ha sido cuna de músicos, compositores, poetas artistas
plásticos, cultores y artesanos. Se puede hablar de los personajes populares de
la zona, hoy ausentes físicamente, pero vivos en el legado del pueblo, como lo
son: Doña Herminia “Mina” de Perozo, primera escribana, y el Señor Teófilo
quien conformó la primera agrupación musical de la zona; y los que aún quedan:
El Silbador Alquímenes, cargando agua y silbando por las Calles, Don Matilde
Navarro, el más viejo del pueblo, y el popular “Zorro” Gutiérrez quien no
recuerda su edad, pero sí su Pedregal de ayer.
Según el profesor Richard Hernández, quien se ha dedicado al trabajo
investigativo en Pedregal, la población hace honor, todos los años, a su
patrono San Nicolás de Tolentino, quien llegó con los misioneros extranjeros en
época no precisa. Asimismo, Nuestra Señora del Carmen, es venerada todos los 16
de Julio, por todos los pedregaleros.
El pueblo y sus mitos
Este pueblo aún conserva su carácter pintoresco y sus viejas casas
habitadas. Posee una fuerte temperatura en el día, pero las noches son bastante
frescas, su suelo se hace fértil y productivo con el riego.
Muchas son las creencias, mitos e historias que hacen de Pedregal su
identidad. Richard Hernández, contó que en la Cueva de Arribanache está el
tesoro de Coro escondido; lo dejó allí Francisco Rodríguez del Toro, mejor
conocido como el Marqués del Toro, en la retirada que dio fin a la campaña de
Coro en 1810. También se habla de una bola de fuego y un torbellino que pasa todos
los años. La gente de lugar también cree en la presencia de extraterrestres,
dicen que cerca de las minas de carbón ven una luz que baja del cielo, hecho
que arraiga esta creencia.
Doña María Josefa, nacida en Pecaya pero criada en Pedregal, desde que
tenía dos años, habló sobre una mata muy antigua llamada “Isiro”, la cual
estuvo ubicada en un conocido estanque viejo desde la época de los indios. El
árbol era venerado por la muchedumbre, quienes grababan sus nombres en él y los
hombres escribían piropos a las muchachas. Le decían "El Árbol del
Amor". De esta mata sólo queda el recuerdo y un hijo que está sembrado en
la plaza del pueblo.
Pastor Gómez, nos narró en una décima compuesta por Argenis Maldonado, los
platos típicos pedregaleros. En un tono musical y acompañado por el cuatro de
José González, Pastor mencionó la choriza bien caliente, la sopita de gallina,
la mazamorra de maíz, los tamales, las ricas empanadas de Columba, el conejo
guisado, la conserva de Josefina y aquel refresco de a locha que Don Napoleón
hacía.
1 comentario:
MI NOMBRE, JAIRES NOROÑO, Y SOY MAS PEDREGALERO QUE LA MATA DEL ISIRO A LA QUE HACES REFERENCIA, SALUDO A TODOS LOS COTERRANEOS QUE ACCESEN A ESTE MEDIO, Y NOS VEMOS EN EL PÙEBLO TODO LOS FINES DE SEMANA
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