"Yo llevé el tambor a la alta
sociedad"
Por:
Joel Chirinos
-¡Ay, esa Muchacha me bailaba en la barriga!-,
decía Doña Carmen Chirino, mientras escuchaba, en esos predios del barrio La
Guinea, los polirítmicos golpes del tambor, reflejando la influencia africana
heredada por la historia; en tanto, el joven bohemio Agustín Camacho, con su
guitarra a cuesta, llevaba serenatas a las muchachas lugareñas.
Así, entre los tambores de los negros corianos,
llega al mundo Olga Camacho, un 30 de Mayo de 1928, para convertirse en toda
una leyenda y para dedicar su vida al baile y al canto de nuestro género
musical el Tambor Coriano.
“Mi mamá era domestica y cantaba boleros. Yo canté
muchos boleros en Radio Coro, que mi madre me enseñó”. Narra Olga, recordando
aquellos años 40, cuando actuaba como artista de planta en un programa de “la
mensajera espiritual del pueblo falconiano”.
Transcurría la década de los 40, en Coro, la gaita
zuliana tomaba un auge impresionante, y los tambores de los negros, sólo se
escuchaban relegados en los rincones de los barrios. Sencillamente, la alta
sociedad coriana no quería el tambor, por ser un "espectáculo que ofende
la moral", (según consta en actas públicas de la época). No obstante, en
1946, en ocasión de la semana de Coro, en sus 419 años, en el distinguido Club
Bolívar se realizaba una fiesta donde la reconocida orquesta Billos Caracas
Boys, ofrecía su repertorio musical. Mientras tanto, en las afueras de la
Tertulia, Miguel Lugo le decía a Olga:
-¡no comadre Olga, nos van a sacar como sacaban a
María Chiquitín!-.
-¡No nos van a sacar porque el tambor es lo propio
de aquí, es la herencia de los esclavos¡-, respondía Olga, decidida a
introducir el tambor en la alta alcurnia.
“Entonces entramos, -relata Olga-, y comenzamos a
tocar. Las mujeres pusieron muecas en sus caras y los hombres estaban
“empartolados”. Entre ellos se encontraba Don Roger Leyba. Se quitaron el saco
y bailaron el tambor Coriano, en ese instante, la clase alta coriana bailó
tambor coriano por primera vez”.
A sus 80 años de edad, Olga Camacho con su grupo
“La Camachera”, sigue trabajando arduamente en pro del tambor coriano y su
difusión por todo el país y el extranjero, hecho que le ha valido para hacerse
merecedora de muchos homenajes; de ser declarada, por el gobernador Jesús
Montilla, Patrimonio Cultural Viviente del estado Falcón; de recibir, por parte
de la Universidad Nacional Experimental “Francisco de Miranda”, el Doctorado
“Honoris Causa”; aunque afirma, que el más apreciado de los méritos, es y será
siempre, ese tambor, el cual es la causa de su vida, y la querencia de un
pueblo maravilloso, que está muy bien correspondido con mucho ¡Sabor!.
Tambor Coriano, un poco de historia
Oscar Beaujon, señala en su libro: Historia del
Estado Falcón, que en 1529, llegaron con Ambrosio Alfinger, los primeros negros
esclavos arrancados de Nueva Guinea. También apunta, que “muchos negros
llegaron de Curazao, atravesando el Caribe en Canoas y se radicaban en Coro, en
un barrio llamado “Los Ranchos” o Barrio de los negros de Guinea”, que con el
tiempo tomaría el nombre de “La Guinea”.
Estos negros, llamados Loangos o Minas, trajeron
consigo todo un acervo cultural propio, entre ellos el Tambú, con el cual
expresaban el dolor y la frustración por la vida miserable que llevaban. En
esta tradición, los instrumentos básicos que se empleaban eran: el tambú
(tambor), kachu (cuerno de vaca), agan (trozo de hierro o pieza de arado) y
chapi (azada).
Olga Camacho, afirma que en el barrio La Guinea,
Don Camilo Pirona ejecutaba el tambor con la cadencia legada por los esclavos,
manteniendo viva esta herencia. A la par, en el Barrio Curazaito, se dejaba
escuchar también, el cadencioso golpe afrodescendiente, ejecutado por
Victoriano Gutiérrez, quien, a diferencia de Pirona, lo sacaba a las calles de
este arrabal, en donde lo bailaba María Chiquitín.
De la misma manera, el investigador José Millet,
asienta que los vecinos del barrio Curazaíto y sectores aledaños, entre ellos:
José Morillo, Changó Stekman, Panchón Faneite, Hermenegildo Riera, Juan Ramón
Piquito, “El Chino” Abraham Padilla, Jacobo “El Chuco” Valdés, “Chucho Cabeza”,
Teófilo Tizo Faneite, Lino Palmora, Goyo Tabareco y muchas otras familias de
origen curazoleño, por mucho tiempo, mantuvieron viva la tradición, tocando el
Tambú y dejando una huella en la memoria colectiva de los corianos. También
dice, que “entre los repicadores del tambor han sido salvados del olvido los
nombres de María, Jacobo Arion, Francisco Polo, el Negro Yulio, la Negra
Katriche, Miguel Lugo, a quien se le reconoce como el introductor de los “diez
sones”, y José “Joche” Estévez, actual percusionista de La Camachera”.
Hoy día, el tambor coriano forma parte de la
diversidad musical falconiana. Se caracteriza por la percusión del tambor, “al
compás de la música que lleva como guía el cuatro, tomando en cuenta la melodía
y el acompasamiento de la letra musical que interpreta el solista y la armonía
del coro de voces”. Los golpes tradicionales de este género son: “El golpe
seco”, “repique” y “quiebre”. Los instrumentos que se utilizan son: el cuatro,
tambor, furro (incorporado por influencia de la gaita), y güiro (que remplazó
el trozo de hierro triangular o pieza de arado).
María Chiquitín
Allá en la esquina del Club Bolívar
Chiquitín se confundía, con la alta sociedad
-Entona Olga en su canto-, y cuenta: “María
Chiquitín llega a Coro en épocas no precisas, donde ya existía el tambor,
traída por una señora llamada Norberta Acosta, para que le ayudara en la
elaboración de dulces. Pero al escuchar el tambor, María, a quien en el barrio
le colocan el seudónimo de “Chiquitín”, no trabajó, sino que se apegó a
Victoriano Gutiérrez, y desde entonces, comienza a bailar este rítmico golpe,
tal y como lo hacían en Curazao, por lo que el baile del Tambor Coriano se
atribuye a esta mujer”.
Algunas fuentes refieren, que los día 30 de
noviembre, Chiquitín era acompañada por la Negra Leonor, Carmen Yánez, Panchón
Faneite, “Chinto” Marte y otros, para cantar y bailar, como signo de inicio de
la navidad. Continuando en las fechas 24, 25 y 31 de diciembre, 2 y 6 de enero
(día del comerciante y de los Reyes Magos respectivamente).
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