Por: Dorys Perozo
En cada uno de los recónditos lugares del planeta existen
cultores, artistas, poetas, escritores; se cuentan por cientos; por miles, por
eso es difícil conseguir un pueblo, una barriada o una comunidad donde no
encontremos uno o varios de ellos. Guardia-nes celosos de las manifestaciones
culturales, urbanas y rurales, de nuestra gente, de nuestros pueblos, de
personajes que ya se pierden de nuestros recuerdos o nunca conocimos, o tal
vez, artistas anónimos en nuestro entorno diario.
Hoy damos a conocer a una falconiana, que en su misión
natural de la vida, se ha valido de los productos de la sabia naturaleza para
transformar su estilo de vida y ayudar a sus semejantes con los productos
elaborados a base de la zábila (aloe vera).
La esencia de la vida de Zonia Bracho, nacida el 27 de junio
de 1949, cultora falconiana, nativa de Paraguaná y criada en Taratara,
municipio Colina, del estado Falcón, a sus años trabaja en la elaboración
artesanal de productos provenientes de la zábila: jabones, cremas, jarabes,
champú. Desde hace 22 años realiza este arte, el cual, le ha permitido criar a
sus hijos y nietos quienes se integran a esta labor, desconocida por muchas
personas.
Se confiesa autodidacta, ya que aprendió a trabajar la
zábila por cuenta propia, luego se fue interesando y buscó lecturas que le
permitieron conocer más sobre los beneficios que ofrece la planta de aloe vera,
destacando además combinar estos conocimientos con otros productos como la
avena, la arcilla, el azufre y el coco, para elaborar una gran variedad de
productos naturales para el cuidado del cuerpo.
La zábila representa para doña Zonia, aparte de una fuente
de trabajo, el mejor legado que puede dejar a sus hijos, transmitiendo
conocimientos, para continuar al paso de los años, ayudando en cuanto a la
elaboración de productos para el beneficio de los seres humanos. Destacó que
muy pocas personas conocen que ésta tiene aplicaciones medicinales; del jugo se
extrae un polvo laxante; se usa un extracto para calmar quemaduras y heridas y
de otras variedades se extraen fibras, propias para cordelería e hilatura y
tintes, entre otras propiedades.
Igualmente expresa, que historias, memorias, anécdotas y
tradiciones, que difícilmente se encuentran registradas en libros de texto
alguno son parte de sus más preciados tesoros, por que lo ha aprendido al paso
de los años, al día a día, trabajando y viviendo de este producto natural.
Galardonada por la fundación C.I.A.R.A en el año 2007, en el
marco del Día Internacional de la Mujer, en la jornada: “La Mujer Rural: Más
allá del Rol Doméstico”, reconociéndola como una mujer luchadora, tenaz,
trabajadora, madre, amiga y capaz de superar obstáculos y actuar activamente
por mejorar su calidad de vida. - Destacó doña Zonia -, que esto la hizo
comprender el verdadero valor artesanal que representa el trabajo que hace con
este producto, asintiendo que “Más allá del Rol Doméstico”, ha logrado combinar
sus labores con este arte, que le ha permitido ser reconocida en la comunidad
donde reside, ya que le ha proporcionado tanto ingresos económicos como la
aceptación y reconocimiento de los vecinos y amigos. Es una insistencia
indoblegable de espíritu lo que la impulsa y la mantiene, su obra no tiene
precio.
Un dolor de Madre…
En los actos conmemorativos de los 150 años de la
Federación, recibió de manos del Presidente de República, Hugo Rafael Chávez
Frías, la Orden “Juan Crisóstomo Falcón”, en homenaje postmortem a su hija
Columba Guadalupe Rivas Bracho, quien en vida fuera luchadora y defensora de
las causas más nobles del pueblo venezolano, y que interpretando su sufrimiento
salió en su defensa, ofreciendo su vida, en los sucesos del 4 de febrero de 1992,
en Valencia, estado Carabobo.
Esto, destaca doña Zonia, no amilana el dolor de madre,
recordando a la mayor de sus hijas, estudiante del V Semestre de Educación en
la Universidad de Carabobo; “trabajé fuerte para ofrecer una carrera
universitaria a mi hija, pero era una mujer luchadora y murió por sus ideales”.
Como todo, ha sabido llevar este dolor, no ha dejado de
realizar su trabajo artesanal con el cual, manifiesta, pasa gran parte del día,
esto le ha permitido dedicar su vida a mantener y preservar el arte de saber
trabajar la planta de zábila, sin dejar de recordar a los que ya no están,
quienes le han dado la fortaleza para continuar, lo que espera sea por muchos
años.
Además de las múltiples distinciones y reconocimientos que
tiene doña Zonia, se destaca su participación a nivel internacional, cuando en
el año 2007 asiste a la feria Agronómica Familiar realizada en Brasil, en donde
expone sus productos elaborados con la zábila.
Conversar con esta emprendedora mujer, guardiana del
recuerdo y los secretos de un arte desconocido para muchos, es un encuentro con
lo nuestro desde sus raíces y nos hace entender que nuestra cultura sigue
siendo de bases, de pueblo, de barrio, de gente de a pie y que está por todos
lados, en las calles, en las esquinas, en los pueblos, en los caseríos, en
nuestra casa y donde la abuela.
Así, como doña Zonia, hay muchas mujeres emprendedoras,
trabajadoras, tías, abuelas, quienes con su arte conquistan y mantienen su
legado a través de una tradición que se transmite oralmente, de encuentro en
encuentro, de boca en boca, que siempre tendrán el dominio y que mantienen viva
la historia y vivencias de quien un día consiguió en la naturaleza cómo
de-mostrar sus cualidades artísticas.