viernes, 17 de octubre de 2008

Pecaya: su ron y su gente



Por: Enzio Provenzano.
Recorriendo el pueblo bajo un brillante sol junto a la seca brisa, y rodeado de grises y claros marrones materializados en bloques de adobes. Representan vestigios antiguos y casas con historias, tunas y contrastes de verdosos cujies. Algo que no se ve en ciudades que dicen llamarse civilizaciones. La bondad del pecayero, la hospitalidad; ofrecer sus casas como refugios, dispuestos a conversar abiertamente sobre las tradiciones que los caracteriza. La expresión humana al comentar “¡desayunaron, o almorzaron! “ . Entonces no pudo faltar salir de la cocina un chivo asado con huevos criollos, caraotas, natilla, y arepa pelada. Durante la semana puede variar el menú carne o pollo, pero religión son las caraotas todos los lunes, y el domingo mondongo de chivo.

Los jóvenes muchachos que vienen de diferentes sitios del país a vacacionar, visitan y comparten con la familia, y las novias. Mientras otros se recrean desde la mañana hasta la tarde en el balneario que se hizo junto al río. Algunos regresan en grupo acompañados por el cocuy.

La tarde va cambiando y la brisa permanente comienza su frescura en la entrada de la noche, la tranquilidad ronda por las calles de pecaya, algunos llegan a la plaza, y comparten el cocuy que no puede faltar.

Ya en la noche dentro de una casa de adobe con puertas y ventanas de madera, techo de barro y fibras de maguey trabajadas por manos pecayeras el calor alberga en las familias, y caminar al patio central; solo queda mirar hacia arriba para contemplar un cielo estrellado y dormir feliz, hasta esperar la madruga para ir con el burro camino a la montaña. Camino que el cuadrúpedo sabe de memoria cuando en ocasiones algunos amos se pierden en la noche. Por otra ruta en la madrugada unos toman la escardilla, la pala, el pico, la carretilla, y la adobera de madera o de lata, se trasladan hacia el terreno. Entonces escardillan el barro y amasando con los pies se hace el poso lleno con agua la textura comienza y llega de manos a la adobera. Para dar forma al ancestral bloque de adobe.

De igual manera la faena continua; y Pecaya sigue entregando esencias de bondades con los moradores que arrean los chivos desde las 7 de la mañana. San Juan bautista, y la semana mayor levantan momentos de alegría cuando regresan muchos que están lejos, y el encuentro familiar fraterno, los muchachos vuelan papagayos carreras de sacos, trompos de vera hechos por los viejos, metras, también; los viejos se sientan a jugar domino, la batalla mística de palos, y el deleite de carreras de burros.











jueves, 9 de octubre de 2008

Pedregal, tierra mística




Por: Joel Chirinos
En un extenso valle ubicado al occidente del estado Falcón, en el mismo lugar donde predominó la tribu Ajagua antes de la llegada de los españoles, se encuentra Pedregal; donde la siembra de zábila, la ganadería caprina y el comercio son el sustento económico de sus pobladores.

Cuenta el músico José González, que su fundación data de 1570, cuando estos indios agricultores y pescadores, se asentaron en la zona cerca de los márgenes del río, porque consideraban que “donde hay agua hay vida”. Primeramente se llamó “Autaquire”, luego “Pueblo Viejo” y en la actualidad “Pedregal”. Su nombre se debe a las piedras ubicadas en el afluente.

Este pueblo ha sido cuna de músicos, compositores, poetas artistas plásticos, cultores y artesanos. Se puede hablar de los personajes populares de la zona, hoy ausentes físicamente, pero vivos en el legado del pueblo, como lo son: Doña Herminia “Mina” de Perozo, primera escribana, y el Señor Teófilo quien conformó la primera agrupación musical de la zona; y los que aún quedan: El Silbador Alquímenes, cargando agua y silbando por las Calles, Don Matilde Navarro, el más viejo del pueblo, y el popular “Zorro” Gutiérrez quien no recuerda su edad, pero sí su Pedregal de ayer.

Según el profesor Richard Hernández, quien se ha dedicado al trabajo investigativo en Pedregal, la población hace honor, todos los años, a su patrono San Nicolás de Tolentino, quien llegó con los misioneros extranjeros en época no precisa. Asimismo, Nuestra Señora del Carmen, es venerada todos los 16 de Julio, por todos los pedregaleros.

El pueblo y sus mitos
Este pueblo aún conserva su carácter pintoresco y sus viejas casas habitadas. Posee una fuerte temperatura en el día, pero las noches son bastante frescas, su suelo se hace fértil y productivo con el riego.

Muchas son las creencias, mitos e historias que hacen de Pedregal su identidad. Richard Hernández, contó que en la Cueva de Arribanache está el tesoro de Coro escondido; lo dejó allí Francisco Rodríguez del Toro, mejor conocido como el Marqués del Toro, en la retirada que dio fin a la campaña de Coro en 1810. También se habla de una bola de fuego y un torbellino que pasa todos los años. La gente de lugar también cree en la presencia de extraterrestres, dicen que cerca de las minas de carbón ven una luz que baja del cielo, hecho que arraiga esta creencia.

Doña María Josefa, nacida en Pecaya pero criada en Pedregal, desde que tenía dos años, habló sobre una mata muy antigua llamada “Isiro”, la cual estuvo ubicada en un conocido estanque viejo desde la época de los indios. El árbol era venerado por la muchedumbre, quienes grababan sus nombres en él y los hombres escribían piropos a las muchachas. Le decían "El Árbol del Amor". De esta mata sólo queda el recuerdo y un hijo que está sembrado en la plaza del pueblo.

Pastor Gómez, nos narró en una décima compuesta por Argenis Maldonado, los platos típicos pedregaleros. En un tono musical y acompañado por el cuatro de José González, Pastor mencionó la choriza bien caliente, la sopita de gallina, la mazamorra de maíz, los tamales, las ricas empanadas de Columba, el conejo guisado, la conserva de Josefina y aquel refresco de a locha que Don Napoleón hacía.





sábado, 4 de octubre de 2008

Don Juan Eleuterio Chirinos

Una tradición viviente de La Sierra falconiana



Por: Joel Chirinos
Sentado en su silla, mostrando una mirada que hablaba más que mil palabras, que fulguraba recuerdos de una juventud llena de arreos, de cantos, de amores, de luchas y de una vida recorrida, orgulloso de haber sembrado la semilla, que hoy día, está convertida en el frondoso árbol, cuyos frutos dan continuidad a una tradición folclórica, allí estaba esperando Don Juan Eleuterio Chirinos, mejor conocido como “Tello”.

Este cultor serrano, nació en San Hilario, un 17 de mayo de 1913, descendiente de Patricia Chirinos, dama proveniente de La Sibucara, una localidad ubicada al occidente falconiano, y criado por Leandro Carache, “un serrano como la urupagua”. A temprana edad, aprendió los rudimentarios trabajos del campo, fue un arriero, conuquero y vendedor de panela entregado en cuerpo y alma a su faena. “¡Caramba, en aquellos tiempo yo me venía en burro hasta Coro a vender panelas en donde llamaban El Chupulún!”, Recuerda con añoranza y luego carcajea.

En medio del labrantío y el arreo, Eleuterio, descubre su fascinación por la trova y el canto, es así como a la edad de 8 años, compone su primer romance dedicado a “la Virgen María, la Madre de Dios”. Desde entonces, es autor de innumerables salves, estribillos, romances, pavanas, pasacalles, merengues serranos y décimas, entre ellas, una dedicada a aquellos que les gusta pedir “fiao”, y que otros decimistas denominan “La Décima del Fiador”. A continuación un extracto de su letra:

Señol si me puede fial
un colte de pantalón
nueve varas de cretón
que sean de regulal
una camisa de gual
un mecate que sea grueso
cinco franelas de a peso
una espuela con correa
sin quitáseme la idea
de yo quedalme con eso

A sus 94 años, Eleuterio recuerda sus aventuras: “Nos juntábamos Hilario Miranda, Ramón Talavera, Perfecto Carache, Lupercio Colina, Agustín Medina, Teofilo Castro, y ¡otro que no me acuerdo carajo!, formábamos la parranda e íbamos de casa en casa, recorríamos Cabure, El Ramonal, San Hilario, Caritupe, el Cantón, Pueblo Aparte, y otros caseríos”.

Evoca, que en Pueblo Aparte, “cantaban en honor a La Cruz Grande, una tradición celebrada todos los 3 de mayo, donde entre siete o más personas, acompañados por el canto de una salve, tumbaban una cruz que medía aproximadamente unos 5 metros, adornada y calzada en un montón de piedras, esa cruz debía ser levantada nuevamente con el mismo ritual con que se tumbaba.

Salveros de San Hilario
“La Sierra le teme a la ira del Señor y se cuida mucho de incurrir en violaciones a las leyes divinas”, de allí que “La Salve” se convierte en cadencia predominante entonada en cabos de año, velorios de la cruz, fiestas patronales, navidad, y rosarios “cantaos”, ceremonias que denotan el condicionamiento familiar por ente espirituales católicos.

Don Eleuterio Chirinos y su hija María de los Santos, junto a Aurelio Rodríguez, Albonio José Chirino, Dionisio Sangronis, Víctor Castro, Luís Manuel Paz, Eustoquio Rodríguez, José Valentín Medina Hernández y Pascual Sangronis, dan vida en 1986, a “Los Salveros de San Hilario”, declarados por el Gobernador Jesús Montilla Aponte, “Patrimonio viviente del estado Falcón”, en junio del 2002.

Hoy, son una agrupación de larga trayectoria dentro de la música tradicional serrana y, en su mayoría, integrada por humildes cultores de más de 70 y 80 años de edad, dirigidos por María de Los Santos, cantautora y excelente tamborera, quien con mucha honra y dignidad, los ha llevado a presentaciones en diversas regiones del territorio nacional, dejando en alto el sentir serrano y el hecho de ser patrimonio viviente y orgullo de Falcón.

Siguiendo los pasos de Tello
María de los Santos Chirinos, es una regia exponente de nuestro folklore, músico autodidacta. Esta salvera, manifestó su orgullo de ser hija de un hombre luchador, con una vida llena de talento y que, “ahí sentado aún sigue en la lucha”.

Recuerda con carisma, que con apenas 17 años, comenzó a seguir los pasos de su padre. La décima “La Arigua”, según refiere el texto “Patrimonio Falconiano”, editado por la Asociación Cultural José Leonardo Chirinos, la inicio en el canto de Salves para posteriormente formar parte del Grupo Cabure durante la I Feria de la Urupagua.


Edificio Santa Rosa

179 ventanas y un legado cultural






Por: Joel Chirinos 
Lo que hoy se conoce como edificio Santa Rosa o “Casa de las Cien Ventanas”, comenzó a erigirse a finales del siglo XIX, época cuando Coro se enrumbaba por las sendas del crecimiento urbanístico y se conformaba la ampliación del casco central, cerca de la Basílica Menor, de la plaza mayor y algunas instituciones públicas relevantes de acuerdo al período colonial.

Esta importante arquitectura, contentiva de 179 ventanas, fue construida a base de bloques de barro, piedras y ladrillos, incorporando mano de obra traída de las Antillas Holandesas, específicamente de Aruba y Curazao. “Cuando culminó su construcción, formó parte de las nueve edificaciones de palco que habían en la ciudad.

Se dice, que desde 1902 hasta mediado de 1930, en esta edificación funcionó el famoso Hotel Coriano, propiedad de la señora Ana Catalina Roz, abuela materna de Héctor Jurado Roz, destacado médico falconiano, hijo del general León Jurado. Éste último, en 1931, durante el período gomecista, cuando asume la presidencia del estado Falcón (cargo que actualmente representa el de Gobernador), compra el inmueble, le hace una serie de restauraciones y le pone el nombre de Rosa, en honor a su esposa Rosa Roz. Posteriormente, en 1938, funcionó una de las primeras clínicas de la región, la Clínica Falcón, propiedad del Dr. Héctor Jurado. Luego, llega un señor apellido De la Roca e instala el cine Pampero o cine Santa Rosa como le decían algunos.

En el año 1945, luego del derrocamiento de Isaías Medina Angarita, el edificio estuvo a punto de ser incendiado por el pueblo y fue confiscado, por el Estado, al General Jurado; eso quedó en deplorable estado de abandono y se convertía aceleradamente en ruina pública. A la postre, en el año 1979, el edificio es reinaugurado, asistido por la CANTV y desde esa fecha pasa a ser sede de dicha empresa, hasta el año 2002. No obstante, la administración del la casa ha correspondido por muchos años al Instituto Postal Telegráfico (IPOSTEL).

Foto: Cortesía Prensa Presidencial

Foto: Cortesía Prensa Presidencial
Luego de una ardua labor de búsqueda de una sede digna donde funcionara el Instituto de Cultura del Estado Falcón, encabezada por el presidente de ese ente cultural, Humberto Clark, el 04 de agosto del 2001, durante el programa “Aló Presidente”, Número 76, se designa oficialmente el edificio Santa Rosa como sede del INCUDEF, anunciado por el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, en trasmisión desde la sala de conferencias de mencionada edificación, tomando en consideración que “esta casa representa una joya arquitectónica que dignificaría la imagen del sector cultural en la falconianidad”. El Primer Mandatario estaba en compañía del entonces Gobernador del Estado Falcón Licenciado Jesús Montilla, además de otras otras personalidades políticas y militares, entre ellas: el Ingeniero Rafael Pineda Piña, Alcalde del Municipio Miranda para la fecha y Jorge Giordani, quien fungía como Ministro de Planificación.

Luego, se logra concretar la firma de un acta de convenio de comodato, de fecha 04 de abril de 2003, por parte del ciudadano Gobernador del estado Falcón Jesús Montilla y el representante del Instituto Postal Telegráfico, Licenciado Omar José Tovar Uzcátegui, donde se entrega formalmente, en contrato de comodato, el 80% del Inmueble para funcionamiento exclusivo del INCUDEF por 20 años, contados a partir de la fecha en que se estamparon las rúbricas, según apunta el mismo acta.

En la actualidad, este importante patrimonio exhibe características arquitectónicas de influencia árabe, europea y antillana; posee muros mampuesto, techo machihembrado, puertas de madera; tiene dos pisos y planta rectangular; cuenta con dos escaleras de madera, una de concreto y una en forma de caracol fabricada en hierro forjado; en su parte alta tiene veintidós puertas y veinticinco en la planta baja; además, 179 ventanas en total, hacen de esta bella arquitectura el principal atractivo cultural y turístico.

Pasadizo del callejón Curiel Abenathar Según algunos cronistas, el General León Jurado, también había comprado algunas edificaciones anexas, entre ellas, la casa que hoy día ocupa la sede del Banco de Venezuela. Describe que había una especie de pasadizo ubicado en el callejón Curiel Abenathar para comunicarse desde ese inmueble al edificio Santa Rosa, eso constituyó el Pasaje Gómez, así se llamó en la época como un homenaje al Presidente de la República, Juan Vicente Gómez.